domingo, 24 de diciembre de 2006

epekeina fotografía









EL OFICIO COMPARTIDO EN LA MIRADA

Carmen Márquez Montes
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria


“Ecos (1). El ojo narrativo” es el proyecto de Rafael Hierro que se materializa en una publicación y exposición fotográfica. Se trata de un nombre híbrido, tal y como el propio proyecto requiere, ya que es multidisciplinar. Un artista visual convoca con su cámara espacios subjetivados por la selección del objetivo de la realidad proteica que nos rodea y los presenta así, plenos y a la vez vacíos –por la carencia de título o cualquier otra indicación– a ocho creadores de palabras, para que ellos, desde la complicidad de esta mirada solitaria precedente, invoquen ecos intuidos o quizá no por el creador inicial. Se trata por ende de un ejercicio lúdico a varias miradas e imaginarios, de ahí que me refiera antes a la hibridez tan apropiada del título.
En las ocho instantáneas y los ocho textos procedentes de ellas hallamos un sondeo a nuestra realidad, al entorno, a espacios o paisajes con o sin paisanaje, vistos a menudo, casi a diario, pero casi nunca mirados. Afirma Rafael Hierro que “La fotografía […] focaliza sobre una realidad descompuesta, y dice de su eficacia plástica, crítica y poética.” En efecto, la fotografía y el arte en general son un modo de ordenar o, más bien, de tratar de explicarse de un modo ordenado la realidad, especialmente desde la modernidad, destruidos los mitos y las grandes alegorías, que sólo pueden amparar desde su abstracción algunos de los muchos interrogantes de este mundo desacralizado y huérfano ya de respuestas.

Dice Valeriano Bozal en Estudios de arte contemporáneo, I:

El pintor barroco puede representar de forma realista una alegoría mitológica o un motivo religioso, pero ni una ni otro forman parte del lugar de la vida propio de aquellos que contemplan sus obras. Inciden sobre él, pero no forman parte de él, y tal no formar parte es, además, al margen de las estrictas concepciones estilísticas, una de las razones fundamentales de su incidencia […]. El oficio de vivir puede comprenderse en alegorías que reproporcionan sentido, en motivos que concretan la figura de su moralidad, pero tales alegorías y motivos no forman parte del oficio de vivir: la distancia que muestran es, paradójicamente, la razón de su preeminencia (Madrid: Visor, 2006, p. 203).

Señala asimismo que la importancia de Vermeer para el arte radica en haberse dado cuenta de la gran distancia entre esos mundos y su propósito de salvarla y “El resultado son obras maestras que nos remiten a uno y a otro, o mejor, de uno a otro, sin permitir que nos aposentemos en uno de ellos, y todo eso en silencio, pues semejante movimiento no permite el ruido” (pp. 203-204). Desde Vermeer –y Chardin, al que no debemos olvidar– ha transcurrido mucho tiempo y se han sucedido un buen número de estéticas y visiones diversas en la historia del arte, situado desde aquél momento a ras de suelo, inmerso en la realidad y cotidianidad, reflejada con procedimientos diversos, jugando con la figuración y la abstracción para hacerse un hueco en su tiempo y lugar concreto. Y este posicionamiento lo debemos a él.
Quizá la fotografía sea de entre todas las artes la que está más cercana al oficio de vivir, y desde el siglo XIX hasta ahora ha dado buena muestra de ello, con sus avatares de aproximación-lejanía, subjetivación-objetivación, pero siempre cargada de ese poder para captar la instantánea silenciosa o cargada de ecos de nuestro entorno.
Rafael Hierro es un artista que ha jugado avizoramente con los diversos procedimientos y recursos que esta disciplina proporciona, trabajando desde la imagen pura de la realidad captada por el objetivo, pasando por la fotografía de estudio o la manipulación del negativo. Siempre comprometido con este oficio de vivir, convirtiéndose en una conciencia crítica vocera de las precariedades sociales. Y en el devenir de su creación ha transitado por diversos senderos creativos compaginando las artes visuales con la escritura. En una voluntad multidisciplinar acorde con el amplio imaginario de su mundo creativo.

Ejemplo de esa vocación multidisciplinar es este proyecto “Ecos 1”, en el que no satisfecho con la propia diversidad de su propia creación ha buscado la complicidad de nuevas miradas, diversidad de imaginarios para ser volcados en una obra única. Obra cargada por sí misma de resonancias que se multiplican con la nueva mirada de Dolores Campos-Herrero, Eduvigis Hernández Cabrera, Santiago Gil, Rosario Miranda Juan, Cristina R. Court, Alexis Ravelo, Ángel Sánchez y Tina Suárez Rojas. Ocho miradas diversas y convergentes para componer desde el arte esa “realidad descompuesta” de la que han sido tomadas las imágenes.

En ningún caso se puede decir de este proyecto que sea un collage, pues no se trata de ir pegando retazos de imágenes y textos, sino que tienen un sentido abarcador, sólo que como dice Carlos Thiebaut:

La dislocación de las formas de la complejidad social, la pluralización de sus lenguajes, el desvanecimiento del único punto focal del sujeto para entender la producción de interpretaciones culturales y el aporético historicismo en el presente que se induce con el colapso de la conciencia de temporalidad inducen formas discursivas que se expresan mejor en el fragmento. (“La mal llamada postmodernidad (o la contradanza de lo moderno).” Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Madrid: Visor, 1996, p. 326).

Cada fragmento es un todo con sentido propio, pero a su vez, todos los fragmentos
conforman una verdadera unidad.

La fotografía además de un género artístico se erige aquí como un artefacto
narrativo. Se trata del pensamiento y la sensibilidad de un ojo nómada, híbrido,
universal e insulario, que focaliza sobre una realidad descompuesta, y dice de su
eficacia plástica, crítica y poética. Para este “decir” se ha convocado a la literatura.
Este proyecto por tanto, se define multigenérico.
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ECOS (1)
Rafael Hierro


Partiendo de que una obra fotográfica puede trascender el límite de la experiencia visual, propuse rescatar la poderosa voz interior de esta iconografía abstracta y a la vez concreta. De algún modo invirtiendo el proceso habitual de la ilustración de textos e independientemente de los elementos dramáticos, anecdóticos y de todo tipo que pudieran darse fuera de la atmósfera que las imágenes propuestas son capaces de sugerir por sí mismas en tanto objetos visuales. Se trata pues, de experimentar con el posible y, en ocasiones, imperceptible eco de la existencia de un relato que se torna a su vez, sustancia de la eficacia plástica y poética de la imagen fotográfica.








Rafael Hierro
Ver fotos de las Jornadas Fotográficas en Osorio 2008:


GALERÍA DE IMÁGENES:







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